La Periferia del Abismo (II)


Narrativa


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Eduardo Peralta Acevedo



II



Esa chica



Fue una noche en Santa Alameda, Donde Victoria Amaral hizo su carta de presentación. Fue en el instante que sonaba “Esa Chica” de Ratones Paranoicos. Cuando de la nada, comenzó una trifulca de esas que siempre se armaban. Era la semana de las fiestas de fin de año y en Santa Alameda había más gente de lo normal; los estudiantes y profesionales venían a pasar las fiestas con su familiar.     En la repartija le estaban pegando a un joven totalmente indefenso, llamado Zafiro Mengano. Nadie tenía la menor idea de dónde había salido este joven. Como un ángel caído, Victoria observaba la escena desde la paronanamicá de la barra. Quizás fue una piña lo que le volcó su Whisky y la hizo entrar en acción. Otros atribuyen a que conocía al pobre que estaba siendo golpeado. Fue ahí, donde agarró una botella de cerveza, ante el empujón de un grandote de dos metros; una interminable cantidad de vidrios volaron por el aire. Inmediatamente y ensangrentado, el grandote quedó fuera de combate. Al que estaba al lado no le dio ni tiempo de reaccionar; Con una piña muy seca lo dejó tambaleando y lo terminó de rematar con dos rodillazos. 
Victoria se acercó hacía el que golpeaba a Zafiro -a esta altura su cara había perdido hasta la forma-. Una interminable serie de ródillazos penetro de lleno, hasta que soltó al golpeado. Victoria al ver como había quedado la cara de Zafiro, reacciono a un mas fuerte con tres patadas sobre el estómago del caído. Cuando el patovica la agarro, ella respondió con dos sendos cabezazos, ante el cálido aplauso de un desconcertado boliche que nunca había presenciado tal muestra de heroísmo. Desde ya, la policía provincia se la llevó cuando estaba atendiendo a su amigo Zafiro Mengalo.

Al otro día, más de un centenar de mujeres encabezadas por Zafiro Mengano reclamaron la libertad en la puerta de la comisaría, con serias intenciones de tomarla. Ante tal bullicio, uno de los denunciantes, llamó inmediatamente al comisario:
-Gomez, por favor, liberenla, Que es un papelón. –Le pedía unos de los afectados con mientras sujetaba con una mano la bolsa de hielos.
-Pero tiene que ir a declarar. No se olvide que está imputada por lesiones y Porque usted la denunció.
-No se, levante la denuncia, la noticia se está propagando por toda la provincia. Yo no puedo estar involucrado en un escándalo así. Encima, mandando en cana a una mina porque me pego. No se, me voy a tener que ir de la provincia, si no la largan lo rápido posible.
Al que estaba al lado, directamente le dio una trompada por las dudas y otra serie de sus famosos rodillazos.
-Bueno. Yo la largo, pero nosotros vamos a tener que hablar.
-Dale Gomez. Después le hago el cheque.
El comisario se acerca a la celda:
-Bueno, señorita Amaral, no me va a quedar otra que liberarla. Prometame que se va a ir de Santa Alameda.
-¿Por qué no te vas vos, gatero inmundo?
-Hay, lo que me tengo aguantar. Procure no meterse en quilombos, señorita Amaral.
-Yo porque le tengo que dar explicaciones, si los que me pegaron fueron ellos.
-Vaya.
Con un aire de humillación y hartazgo, el comisario la le abrió la puerta de la comisaría ante la algarabía que la levantó en andas y la llevó a dar la vuelta olímpica por la puerta de la alcaldía de Santa Alameda y el palacio provincial.



(Continuara..)







Ignacio Bustos

Twitter: @igbeabustos


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