CUANDO PARÍS FUE UNA GRAN FIESTA

Una vez terminada la Primera Guerra Mundial, París fue el centro de todas las vanguardias artísticas e intelectuales del período de entre guerras, con gran influencia durante el Siglo XX.






Ignacio Bustos


Fines de la década de 1910 y comienzos de los año veinte. Aquellos fueron años cargados de bohemia e imaginación, donde Paris fue tomado por asalto por una variopinta ‘troupe’ de artistas, escritores y más tarde, intelectuales. Era una ciudad donde el aire estaba cargado de pura inspiración. La gran mayoría de los que frecuentaban esos ambientes habían intervenido en la reciente Primera Guerra Mundial o sido profundamente afectada por el conflicto. También fue un gran punto de partida para la moda y el diseño. El Charleston, el baile de moda por esos tiempos, y el Jazz, la música que nació para acompañar el sentimiento del momento. En su exilio voluntario, estos artistas conseguían expresar mejor que nadie el sentimiento de desarraigo y pérdida de valores que había significado la “Gran Guerra”.
 Los lugares más frecuentados eran los Cafés ‘Le Dome’, ‘La Coupe’, ‘Le Select’; las maratónicas conversaciones y debates que se daban lugar, fueron la nafta que alimentó el motor de revistas y periódicos. Se podían ver artistas como Picasso, Modigliani, Man Ray, Matisse, Miro, Dali y el cineasta Luis Buñuel, tomando el necesario vuelo creativo, donde el surrealismo se llevó puesto a todo lo convencional apostando a técnicas y nuevos estilos que abrirían nuevos caminos artísticos.
La escritora estadounidense Gertrude Stein, fue una de las principales promotoras de artistas y escritores del interesante colectivo, al que bautizó como ‘Lost Generation’ (Generación Perdida). El nombre derivó de una casualidad: Gertrude estaba en un taller mecánico esperando terminaran de trabajar en su automóvil, y el mecánico, mientras trabajaba bajo el coche, se quejaba diciendo: “No son más que una Generación Perdida!”
Era una de las grandes anfitrionas de la época, y en sus famosas tertulias coincidían artistas de la talla de F. Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway. También supo ser dueña de una prodigiosa colección de arte, gracias a  los generosos obsequios de parte de sus amigos artistas.
 En el libro “París era una fiesta” de Ernest Hemingway, el escritor describe esa atmósfera de ‘los años locos’; donde escritores de la talla de Ezra Pound, John Dos Passos, Thomas Stearns, Scott Fitzgerald y Zelda pululaban alrededor de París viviendo sus días de debates y noches de fiesta. El libro muestra pasajes de una rivalidad que había entre su autor y el joven F. Scott Fitzgerald.
Ernest Hemingway disfrutando en buena companía.
En 1926, Hemingway escribe su primera y recordada novela: ‘Fiesta’, que lo catapultaría a la fama para siempre. Sus  primeros años en París fueron tiempos angustiosos para él, ya que cargaba con la responsabilidad de mantener a una familia, y lo que ganaba como corresponsal del ‘Toronto Star’, era muy poco.
 Francis Scott Fitzgerald y su bella esposa Zelda, bailarina y novelista, era una de las parejas más excéntricas de esos años. Estaban en su pico de popularidad gracias a la novela ‘El Gran Gatsby’ – que era todo un bestseller mundial – y a sus cuentos que se publicaban en revistas literarias de toda Europa y Norteamérica. La tragedia los sorprendió jóvenes: Zelda murió incendiada en un neuropsiquiátrico y Scott  Fitzgerald de un infarto en plena decadencia a comienzos de la década del 40.
 Recreando estos tiempos, en el año 2011 se estrenó ‘Medianoche en Paris’, de Woody Allen. Se trata de un nostálgico homenaje, donde se refleja, como una obra de arte, la euforia de la París de inicios de siglo, con un Owen Wilson que alterna sus aventuras entre los veinte y el presente. Allí aparecen todos esos personajes que dieron vida a la leyenda. Hoy París es solamente una sombra nostálgica de aquella Ciudad Luz que supo marcar el camino con sus brillantes artistas e intelectuales. Pero sigue siendo un destino hermoso y enriquecedor para visitar.


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