Viaje al corazón del Retiro- Tigre (Crónica)



Ignacio Bustos - CRÓNICA

El tren avanza a medida que deja atrás cada una de sus estaciones que componen su ruta desde el Tigre a Retiro. Un interminable desfile de personajes; que van desde vendedores ambulantes, músicos hasta enfermos y discapacitados motrices por los diversos dramas del universo particular de cada uno. Una silla de ruedas empujada por una suplicante chica, que reparte fotografías a cambio “de lo que se pueda”, se disculpa de no tener mas. La indiferencia de algunos y la solidaria limosna de otros; por lo menos logra que no se vaya con las manos vacías del vagón. Entre los pasajeros abunda el material de entretenimiento, que va desde los diarios populares- los favoritos en las primeras estaciones- “Crónica” y “Diario Popular”, La Nación-gana espacio en la mitad del viaje- Clarin, los más variados Best Seller hasta el celular. La mayoría escucha música tranquilamente dentro de sus auriculares, aunque nunca falta ese que quiere ser el centro de atención poniendo la música a todo lo que da, sin auriculares. Donde la mayoría de las veces, son advertidos por la “patrulla” de seguridad. Su temible estampa de patovica, se hace algo difícil negarse al pedido de bajar el volumen o apagar.
El turno del librero, con su caja de cartón donde lleva una variedad de clásicos, donde se toma su tiempo explicar el “El hombre Mediocre” de Jose Ingenieros- con introducción y todo- el librero hace referencia de cómo Ingenieros se adelanto cien años a nuestro tiempo, y describió lo que iba a ser nuestra clase política; repitiendo varios pasajes del libro. Logra el objetivo vender algunos libros, antes de pasar de vagón. En el vagón de al lado repite exactamente lo mismo.     
La sobrevivencia urbana es dura para esta gente, que hace cualquier cosa dentro de sus parámetros morales para sobrevivir. Un cantante ciego, sin los clásicos problemas para traslardarse que los ciegos comunes. Con una fotocopia, con el objetivo de conmover al publico, dentro de su bastante desafinada canción. Cuando el ejército de vendedores ambulantes ve aventureros o bohemios, los apura ya que los músicos y artistas están por elección y no por necesidad como ellos. Según el criterio “ambulante”. Reglas del “Darwinismo” urbano.
 “Los vendedores ambulantes,   te corren y te apuran en patota”, lo dice Tomas que no esta ni cerca del ser de la cofradía de los ambulantes. Lo ven como un “rebelde de mama”. Junto a su compañero y cantante de Hip- Hop. Tomas lo sigue con la tuba: “El horario de la mañana es a muerte. Si queres tocar a esas horas, tenes que estar dispuesto a cagarte a piñas. Nos gusta mas esta hora (6 de la tarde) que no pasa nada y se puede tocar tranquilo, cuando la gente vuelve de trabajar”. De paso vuelve a querer venderme su libro de “los sueños”, pero el corto efectivo me dejan con la duda.
El ramal Tigre- Retiro, comenzó a funcionar en 1916. Para aquella época fue todo un avance muy grande, ya que llegar  hasta la Capital desde Zona Norte o afuera de los límites del Gran Buenos Aires, Era toda una travesía, que podía llevar horas. Antes de que existiera el ramal, cuando la gente iba  a la capital, era para un paseo de algunos días.
El ramal Tigre- Retiro, comenzó a funcionar en 1916. Para aquella época fue todo un avance muy grande
De robusto aspecto, apostado sobre el portón y vigilando que todos pasen la SUBE por el molinete, Tejerina abre y cierra el portón para que pasen las bicis, discapacitados y debes en cuando haga la vista gorda para el costado dejando pasar algún distraído que otro, que no cargo la SUBE. La escena se presenta algo confusa, cuando Tejerina nos cuenta los gajes del oficio; una señora se desploma, y es socorrida por el personal de seguridad y la policia. “El guardian” como algo cotidiano: “Todos los días tenemos como diez casos de estos. Mientras abre el portón para que pase una silla de ruedas. “A la mañana los que mas se desmayan son las chicas; entre que se matan por ser escuálidas y esas nuevas modas de no comer nada del animal- veganismo- se ve que no desayunan bien, y la noche anterior comen un sorongo. Prefiero que me digan gordo y estar bien alimentado, si no, no te llega agua al tanque. Totalmente desinteresado de su aspecto, Tejerina se ríe de si mismo.

Muchas veces la simulaciones de algunos vendedores haciéndose pasar por discapacitados, es bastante evidente. Como un petiso que dobla las rodillas (se nota por la fuerza que hace y la flexión) una perfecta agilidad simulada; debe ser por eso que habla rápido -con una  historia bastante convincente- y pone la mano mas rápido aun. Detrás a la espera, uno de las tantas personas del interior que vienen a probar suerte a Buenos Aires, con un acelerado charango y su acompañante  quena, que lo pintan como un trovador de cuerpo entero. Muchas veces que coincidi en el mismo viaje, fue una especie de encargado de bajar el telon llegando a Retiro en los primeros vagones. Algunos exceden de esa paciencia, tocando un Folklore con el amplificador al taco y con distorsión, sonando las cuerdas como alambres gastados: logrando una derserción en el vagón, para felicidad de los que estaban parado desde que subieron; aportantes sin dudas.
El Tigre recobro el esplendor de sus mejores épocas. Todos los fines de semana, el movimiento de gente que va hacia los mercados de frutos de Tigre a comprar muebles, artesanías o pasear por las islas del Delta, es casi similar al de Lunes a Viernes que va hacia Retiro. Desde temprano los trenes  se abarrotan de gente. El fin de semana se ve un movimiento de vendedores ambulantes muy inferior al de días hábiles; pasan los clásicos como el de la caja de turrón con la melodía cantada: “2 x 16 pesos, se agota el Mantecooool”. El fin de semana se percibe una atmosfera mas distendida; gente sin la ansiedad de correr contra el reloj para llegar al trabajo, sonrientes chicas  con vestidos de flores observada por todo el vagón; hasta el ciego percibió su escultural. La tranquilidad se ve alterada cuando un “mensajero de la palabra de dios” irrumpe a los gritos: “Dios es el camino, dios es la salvación, dios es todo”; Pura convicción empujada de una pasión que se puede escuchar desde varios vagones donde “el mensajero” pregonea las mismas oraciones, una y otra vez. Los pasajeros dicen gracias a dios, el tren va llegando a la terminal de Tigre.
A la vuelta, se hace mas amontonado por la cantidad de cosas que la gente trae: van desde sillas, plantas- el favorito- alguna mesada.
Jorge “El Turco”, es una eminencia entre los vendedores ambulantes. Desde hace más de 60 años este hombre esta arriba de los trenes desde los 10 años: “Cuando  voltearon a Peron, mi padre quedo sin trabajo y no tuve otra que salir a trabajar. La peor época no fue con los milicos, ellos nos dejaron laburar, si no que fue la policía entre el año 66 y el 75. Todos los días nos paraban y nos revisaban la mercadería; lo peor fue que se hicieron dueños del tren y había que darles un “diezmo”. Desentierra todo mito de que actualmente hay “dueños”, afirma que cada uno labura por su lado. Las visibles marcas en el rostro de su  rostro, como un mapa del paso del tiempo y experiencia, de Desde la Revolución Libertadora hasta Macri. Su dentadura baila al mismo ritmo de los recuerdos y las épocas. “Nadie nos maneja, solo tenemos códigos. Como no vender la misma mercadería, en el mismo viaje”. Macizo y robusto, no aparenta ni cerca esos 75 años que dice tener. “Todos los días hago 8 horas diarias arriba del tren, aunque tengo mis descansos- se ríe- Paro, como algo y voy por mas mercadería”. El turco como le dicen, es conocido por toda la institución ferroviaria de Retiro- todos los ramales de las dos terminales- todos los días desde las 10 de la mañana, cuando sale de su casa de Urquiza y Pueyrredon. En esta ocasión vendió tarjetas telefónicas. Se despide con un “hasta pronto”, bajando las escaleras del subte de la línea C, con un pedido final: “No me describas tan feo, por favor”; largando una inevitable carcajada final.

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