Ignacio Bustos
La feria del Parque del Centenario, donde los
fines de semana, miles de personas transitan por este universo tan particular.
Bajo el radiante sol, la recorrida nos lleva hacia uno de los puestos del
centro, donde se puede observar una colección de vinilos en el que Gardel y
Troilo, gozan de buena salud y a un accesible precio – 50 pesos-, el puesto es atendido por Vicente
un músico ciego, amante del Jazz. Se esfuerza por recordar exactamente cuando
llego a la feria, dice: “El puesto me lo dejo Jose, un señor amante de todo
tipo de música que no está”. Rosa la puestera de al lado, lo interrumpe para
aclarar que a pesar de estar muy viejo Jose, el dueño el puesto sigue
vivo. El peronismo es una de las
expresiones más entre originales fotos de época, y Un bronce de Eva Perón, con
una frase que resume el apogeo Peronista: “Jefa espiritual de la nación”.
El infaltable tufo
parrillero, anuncia que la hora del almuerzo se acerca. No falta el puesto con
figuritas de viejos mundiales, donde se puede ver un joven Claudio Paul
Caniggia, listo para encarar su primer mundial. El reproductor de cassette que
sueña con dejar de levantar polvo, como indisimulable marca del paso del tiempo.
Al sol del mediodía, brilla el bronce de un jugador de Pool acomodando el taco:
“A esta altura ya podría escribir un libro sobre pool con todos los que
se paran y me hablan de sobre posiciones”, dice el morrudo puestero entre
destapadores y pelotas. No faltan las felicitaciones para un joven que se sumo
a una familia de puesteros. Las camisas de flores, al frente de unos de los
puestos que da al sol; avisan que cuando quieras darte cuenta, se vino el
verano.
El parque Centenario se
fundo en 1909, por parte del consejo deliberante de la Municipalidad de Buenos
Aires. Desde entonces el parque sufrió todo tipo de mutaciones y retoques
estéticos. El anfiteatro para diez mil personas en la época del peronismo,
donde la “Libertadora” lo tiro para borrar destellos sobre la tierra de lo que
había sido el Peronismo. En 1992, bajo un decreto municipal, se reglamentaron
los puestos, y pasaron a tener cobertura. Hace unos años, Los vecinos
resistieron que enrejaran el parque con horarios fijos. Sintieron que les ultrajaban el espacio
verde, que tienen en común A pesar de que no se enrejo, acordaron una garita
para que vigile el espacio.
El glorioso pasado de
Independiente y la selección Argentina, intentan ganarle al olvido y la
liquidación, en uno de los infaltables parada de la colección de “El Gráfico”.
El aburrimiento se ve reflejado en algunos puesteros, que para matar el tiempo
algunos juegan al ajedrez, las damas o un truco con quien se prenda. Medallas
de juegos Macabenos y el agrietado Daly, en la eterna espera de ser llevados
para tranquilizar a su ansioso puestero que va y viene. Unos mitológicos
guantes de Box marrones- de poco uso por lo visto- Marta trata de contar una historia acorde a
los 800 pesos que pretenden.
El inconfundible sahumerio, con sus cientos
aromas distintos; todos juntos huelen igual. Difícilmente tengan el mismo tono
de dulzura de su vendedora, algo
acaramelada con el muchacho de rizos, mientras los curiosos por alguna oferta
esperan el acto goloso. Nunca faltan personajes “Warholianos” de los quince
minutos de gloria: Manuel, un puestero que vende instrumentos, hizo incapié de
su época como músico y escenógrafo de Victor Heredia, sobre la feria, se quedo
con ganas de tocar algo, porque no trajo la guitarra. En la punta las librerías
con sus insólitos precios, en el cual se puede conseguir “Adan Buenosayres” a
10 pesos y otras joyas literarias.
Cuando Los rumores corren a traves de los
puestos, Cada versión va teniendo sus deformaciones, hasta que llega a la otra
punta, es otra pelicula distinta de cuando dejaron volar el chisme. No faltan
los puesteros que se quejan por el “Teléfono descompuesto”: “A si se arman los
quilombos, La mayoría de las veces es pura mala intención de los resentidos que
están de adorno” dice un señor alto señalando con un índice hacia una punta de
la feria. Las convivencias masivas, nunca suelen ser fáciles.
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