El desmoronamiento del castillo de naipes
AGUAFUERTE PORTEÑA
AUTOR: Nacho Bustos | Corresponsal en Argentina
La mega bomba atómica que estalló sobre la podrida dirigencia del fútbol mundial -sobre todo en CONMEBOL y CONCACAF- recaló muy fuerte por aquí: tres argentinos (Alejandro Burzaco, Hugo y Mariano Jankis) prófugos con pedido de captura internacional por Interpool, por estar relacionados al mega esquema de coimas por adjudicación de derechos de TV y sedes.
El esquema que FIFA puso en práctica, viene del más clásico clientelismo político Bonaerense. Con Julio Grondona como uno de sus abanderados. Formado en el caudillismo popular del sur del conurbano Bonaerense (Sarandí, Partido de Avellaneda) desde que fundó su Arsenal, llevó a la práctica todos esos años de observación.
Luego llegaría a Independiente, que lo depositó en la AFA de la mano del nefasto vicealmirante Lacoste -organizador de Argentina 78- y el resto de la historia es conocida por todos.
Cuando llegó a la Vicepresidencia de la FIFA, en 1987, puso en práctica el “Clientelismo” y comenzó a darle importancia a los países chicos e inexistentes en el plano futbolístico. Le hizo entender a Blatter, que valía lo mismo el voto de Islas Samoa Oriental que el de Brasil. Comenzaron a darle dinero para desarrollar obras, a países inexistentes en el mundo del fútbol, sin la menor supervisión si el dinero se utilizaba o no en dicha obra.
Entre los dos hicieron un imperio súper poderoso e impune. Tanto creían en su impunidad, que algunos que estaban ahí arriba después de la escandalosa elección simultánea de 2018 y 2022 (dejaron sin sede a Inglaterra y Usa) tuvieron la brillante idea de hacer los pagos y abrir cuentas en Estados Unidos.
Grondona fue el verdadero hombre fuerte de la FIFA luego de la poco elegante salida de Joao Havelange, presidente entre 74 y 98. Solo hace falta ver que recién al morirse, cayó toda esta podredumbre corrupta, como ningún organismo deportivo o institucional ha conocido en su historia.
Mientras estuvo al frente de la AFA, hacía cuentas y otorgaba contratos televisivos como si fuera un almacenero anotando con el lápiz en un cuaderno que tenía en su decorativo despacho. Porque el verdadero búnker donde concentraba el poder, era en una estación de servicio que tenía en Sarandí, ataviadas de una precaria mesa y sillas de plástico blanco.
Una persona que conocí y que había trabajado en esa estación de servicio, me contó una vez que había vivido ciertas cosas “incómodas”, como por ejemplo la vez que le llevó el café a Grondona y se lo encontró con un alto dirigente de la Conmebol arreglando una recaudación delante de él, que llevaba el café. Uno de los presentes luego le preguntó que había escuchado y él dijo en reiteradas ocasiones: “nada”.
Al final terminó renunciando, porque “las últimas noches tenía pesadillas con esa familia”.
En otra ocasión, el mismo Grondona cae con una bolsa con dinero y una caja de alfajores. Después le hizo contar de nuevo todo el dinero de la caja de alfajores. Hasta para morir, cayo parado.
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Alejandro Burzaco, presidente de TyC, sigue prófugo. Un típico “joven brillante” con el perfil del típico trepador sin límite. Sedujo al mismo Grondona sin ser dirigente del fútbol. En el escandaloso Boca-River de la Libertadores, estaba en el campo de juego tratando de convencer para “seguir” el partido. Parte del grupo “Santa Monica” que administraba la AFA- cobraba un 45% de lo recaudado, según Fantino.
Los hermanos Jankis -Hugo y Mariano- responsables de “Full Play”, administraban derechos de varias selecciones de la CONMEBOL y alguna CONCACAF. En el informe de la fiscalía, están señalados por pedir una coima de “7 cifras” por derechos a “TRAFFIC” de Brasil, por la Copa America de Argentina 2011.
La AFIP les realizó una denuncia por la cantidad de cuentas que saltaron y Interpool y la Policía Federal, realizaron el allanamiento en las oficinas que TyC tiene en San Telmo. Este fue el golpe de Nocaut al “Grondonismo” en la AFA. Hasta octubre -la otra gran elección del año- Luis Segura calienta una silla en la sede con los meses contados.
En Suiza decían con cara de “No se” que votaron al príncipe Ali Bin Hussein, pero nadie lo cree.
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