La descomposiciòn del ìdolo


La descomposición del ídolo

DIARIO "LA POSTA"

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AUTOR: Nacho “Beavis” Bustos | Buenos Aires.
“ Cualquier cosa puede volver loco a
 un hombre porque la sociedad
se asienta en bases falsas.”
CHARLES BUKOWSKI

Da la sensación, que de a poco Diego Maradona va dejando restos de su idolatría por el suelo, como la piel de un leproso. Va cayendo con el tiempo su incuestionable “aura divina”, consumida en los excesos.
Maradona rueda alrededor de un permanente estado decadente, que no conoce límites ni en las profundidades más bajas. Va con la impunidad de un Rey, de una perdida isla bananera. Sus mediáticos espectáculos entre sus cortesanas de turno, con cierta atmósfera de trepadoras inescrupulosas.
La última, Rocío Oliva, llegó a limites insospechados de haber sido acusada de incendiar la casa del padre de Maradona. Finalmente la metió presa por un poco claro robo en su casa en Dubai. Con la “bella trepadora”, puede estar organizando un casamiento que nunca se termina de concretar.
De a ratos también aparece con la que logro hacerse una “pensión vitalicia” al tener a su hijo, Verónica Ojeda. Esto es lo que va quedando de Maradona. Papelones a las piñas como el de Croacia, en total estado de “locura”, permanentes declaraciones fuera de lugar, y ninguneos, como el de la selección Subcampeona en Brasil.
La gloria deportiva quedó en el cajón del recuerdo, las imágenes del “Diego” levantando la Copa parecen muy lejanas en el tiempo. Los excesos venían de muchísimos años antes de que reventara la bomba, muchos los callaban o miraban al costado. Siempre se decía, que algunos jugadores abandonaron la selección argentina en la época de Bilardo, porque no estaban de acuerdo con los “medicamentos” que el doctor les metía, no solo al Diego, a todos.
Maradona nunca más fue el mismo luego de ese doping de 1991, cuando jugaba en el Napoli. También siempre se habló de una famosa “vendetta”, por haber eliminado a Italia en semis en el Mundial pasado.
Y después de la “última oportunidad” en el 94, en USA, desbarrancó para siempre.
Maradona, tiene toda esa impronta del “reviente de los 80”, cuando la cocaína corrió por Buenos Aires como el aire.  En la conducción del programa “de Zurda”, no podía completar una frase entera. Los especialistas decían que esos eran los típicos efectos de ansiolíticos como el “Alplax”.
Siempre estuvo rodeado de bufones y alcahuetes, conocidos como “su entorno”, que no hacen más que festejarlo (no sea cosa que pierdan privilegios) en cuanto papelón hace. Después se cansa, y los tira a la basura.
Dotado como pocos para jugar al fútbol, Diego Maradona llegó a ser más famoso que el mismísimo Papa en la segunda mitad de los ’80. Una fama insoportable de llevar, que a cualquiera puede parecerle similar a cargar una mochila de plomo para subir alturas sin límites. Fue demasiada presión para una persona que salió de un lugar muy humilde del Sur del conurbano Bonaerense.
Además, tuvo una habilidad para escaparle a la muerte que ni la misma ciencia pudo entender, tomando en cuenta el nivel de “esnifo compulsivo” que llevaba. Su corazón llegó a funcionarle en un 25%. Se lo veía dando lástima en cuanto programa hubiera, contando “secretos de cuatro llaves” (como el del Bidon con Brasil en el 90) en estados físicos lamentables.
Se reprocharía hasta el hartazgo a  Julio Grondona, por haberle dado la dirección técnica de la selección Argentina en 2008. Maradona no tenía la minima preparación para dirigir un equipo competitivo de esa magnitud. El resultado: quedarnos casi afuera del Mundial, entrando con un penoso 4to lugar en las eliminatorias. En Sudáfrica, llegamos hasta que enfrentamos a un rival en serio, Alemania (4-0). Por supuesto, en ese entonces también la Selección sufrió un notorio desprestigio, del que tardó un buen tiempo en recuperarse.
Maradona, y en especial su aura, son productos de un exitismo nacional que lo llevó a un lugar casi divino.  El problema es que no le avisaron que se le acabaron las pilas hace años.

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