MONOTONIA EN CADENA



Monotonía en Cadena

AGUAFUERTE PORTEÑA

 Cadena Nacional argentina / Foto: eldebate.com.ar



AUTOR: Beavis Peralta | Corresponsal de La Posta en Buenos Aires
Estar una tranquila tarde de otoño con la radio a un moderado volumen. Mientras el día pasa como tiene que pasar, se sintoniza alguna emisora de “clásicos” para hacer bien llevadera la parte de la tarde “post almuerzo”. Viene esa racha de clásicos, uno atrás de otro que dan esa compañía ideal, a la típica atmósfera de oficina de Microcentro porteño.  Asimilada la buena melodía, entrado en calor (la modorra, en plena retirada) nada te para, hasta que llegues a ese último punto.
De repente, la música se corta. Mirás la vieja casetera de “los 90″ (reciclada en Radio) preguntándote “¿qué paso?”. Se escucha esa voz de locutor de anuncio “oficial” gracias a la que todas las emisoras que integran la Cadena Nacional de radio y  tv, quedan pegadas a un nuevo “show” de un interminable monologo monárquico.
Enseguida en la oficina las reacciones  no se hacen esperar: “Otra vez cadena, ¿Qué van anunciar, una canilla nueva?” Otras reacciones más directas de los más radicales dragones burocráticos, se escuchan más al fondo: “Apagá esa mier…, que no se puede laburar tranquilo con esa diciendo boludeces”.
Pronto, la atmósfera se vuelve  mas  irritante en el mismo lugar en el momento en que nuestro asalariado, decide poner fin a la trasmisión radial.  Error,  no fue el fin de la trasmisión, si no el principio de una tediosa y “acalorada” discusión,  gracias ala disidencia, que nunca se guarda nada a la hora de la defensa de la “soberana”, con  el  “eterno” argumento: “Votantes de Macri, opo, Carrio, sigan leyendo las mentiras de Clarín”.
Comienza de nuevo el “peloteo paletero”. Nuestro “asalariado”, sin ganas de perder el tiempo en largas “chácharas” militantes, les da el gusto a los “exitistas” de esta época enamorada de “ídolos pasajeros”, típico de nuestra porteña indiosincracia, de la suma necesidad de alimentar “ídolos” para vivir.
Después seguro, como todo, cuando aburra lo descartaran como alguna “aguja” de hospital público. Nuestro  asalariado, con viento en contra, quiere como sea terminar (ya demasiado atrasado viene) con la soberana dando retos y “consejos”, en la plenitud de su show.
Se irrita, porque le sale mal, sienten que le gritan en el oído. A duras penas termina pidiendo la hora, un buen rato después (hora y algo) se va mientras el “monologo” continúa. Saluda, abre y escapa  hacia la calle, mundo en el cual cada uno, tiene  el suyo.
El discurso siguió y siguió, hasta que el mismo relator “omnisciente”, no aguantó más tampoco, y  bajo el encapotado cielo, hacia Retiro rajó. Las TV de bares y restos dormidas en el mismo faraónico relato, no hacían otra cosa, hasta el fin del “monólogo”, que servir de “decoración”, en la hora desahogo burocrático.

Comentarios