Eduardo Peralta Acevedo
Despues del
parate del mundial y la feria Judicial con
vacaciones de invierno (que no todos tienen el privilegio de acudir a
ellas), Un día se volvió a la monótona rutina de todos los días. Largas caras en
el mundo de los abogados, de que había terminado la feria como lo que quedaba
de “plata dulce”. El frio viento de principio de Agosto, simbolizaba ese
regreso al sistema. Banderitas, copas de plástico, caretas de Messi, invendible
stock de camisetas que hasta Uruguay-Argentina
2030, seguirán vendiendo en todos lados.
Es el mes de
la famosa depresión “Post-mundial”, que todavía se siente muy hondo el haber
estado tan cerca de la tan ansiada tercera estrella. Para colmo, Sabella, no
sigue, se murió Grondona y estamos a la deriva en plena incertidumbre sin
conducción digencial ni técnica. Pnsar que hace tres semanas estábamos jugando
la final del mundo.
La
maquinaria burocratica, de a poco va saliendo de oxido puro. Lentamente (aunque
le lleve el resto del cuatrimestre) los empleados judiciales luego de sus
placidas vacaciones, con los “semiferiados mundialistas”. Con grandes caras de
culo vuelven a ocupar sus asientos y seguir expedientes. La irritación, no es
muy difícil que les aparezca, en esta resacosa semana, como si uno fuera el
ortiva que pincho la nube de sus vacaciones en algún destino turístico (privilegios
burócratas de esta época) se los ve algunos bronceados (secretarios, pro o jueces) que huyeron las derpimentes gripes
porteñas.
Haciendo la
cola en la “Camara Civil” mientras diligenciaba algunas cedulas y
escritos. Detrás de un vidrio,
“acribillando” a sellazos lo que le venía a las manos sin disdriminar, la
señora burócrata al ver que un escrito mío, se le habían salido el ganchito de
mierda ese, me dio las hojas con la precisa instrucción de que “habia que
aujerearlo y poner el gancho”, enseñado lo que es un aujero en un papel. La
técnica de la época que eramos felices con der “campeones morales”, muy
probablemente, de la época que habrá empezado a trabajar ahí, la señora
burócrata. Habia que ver en el Juzgado
90, que pedias algo y el empleado, desde la silla, algo comodo decía “ya va”,
con una contagiante energía, de las ganas de seguir en la cama, o que “sean las
13:30”. El bestusto ( el padre debe ser el conocido del juez o secretario) se
lavanto con toda la paja del mundo, busco el expediente lo alcanzo y vuelta
sentarse. La entrega de “cedulas o escritos”, la deviolvia con mala cara como
si tuviera la culpa de que el pobre no se pudo todavía adaptar al horario de
levnatarse tempranito, porque se desacostumbro. Un duro “plac” de la selladora,
para dejarlo atrás. Bajando el ascensor,
queriendo poner “PB” de tanto tocar para llegar ( esa costumbre de que para en
cada piso) “accidentalmente se me apretaron los botones del -1,-2 y -3. Desde
la puerta de vidrio, observaba ese descenso que no les habrá hecho mucha gracia
a pobres y apurados ocupantes que subían con el apuro del necesario “sello”. Al
ver como el tablero de lejos, como me fui cagandome de risa, mirando el Colon
como un desafinado saxofonista, metia alguna necesaria melodía a la amargura.
Valia como inversión tiraele esa propina de dos pesos, para atudarlo a que
afinara eso que sonaba peor que vedette cantante. El sol volvia a pegar en el
rostro, como lo necesario del cambio hacia el ultimo cuatrimestre.
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