La ciudad me lo conto


AUTOR: Nacho “Beavis” Peralta | Corresponsal de La Posta en Buenos Aires

Desbordante, apasionante, eufórica, con el corazón en la mano. Así vivimos la definición por panales.
El partido fue muy estático, friccionado, de poca llegada clara: jugado con el chuchillo en los dientes. El estado de ansiedad era tan grande que por momentos, ya estaba resignado al partido del 3er puesto con Brasil (las cosas que uno piensa, en medio del sufrimiento). La cerveza bajando como la lluvia en San Pablo, y un partido que se hacía más que eterno. El sufrimiento que quería que se termine de una buena vez.
Quería evitar la definición por penales ya que con ese monstruo gigante que atajó el otro día, iba ser imposible. Pero esta vez Van Gaal se olvidó. Que suerte.
Llegan los penales. Me voy a pasear el perro a la calle. “Que la ciudad me lo cuente”, como una vez dijo Paulo Cohelo: “en la final de Usa 94 (Brasil-Italia), cuando vinieron los penales fui a escuchar la  definición a las playas de Ipanema, el griterío popular me lo contó todo”.
No me tengo fe. Siempre, en los últimos 20 años, perdí todas las definiciones que vi.
El silencio se apodera del escenario. Se pueden oír las moscas y algún otro bicho. Cada paso se siente más pesado, hasta que se escucha un infernal griterío como si estuviese al lado del Monumental o La Bombonera.  Luego, el griterío se vuelve a repetir aún más fuerte, es Romero que tapo el segundo penal.
En la primera ventana que me gana la tentación, veo que va 3-1 y Robben listo para patear. Mete. Acelero la marcha para no ver el resto.
Pero luego, un estruendo de  sufridas gargantas desahoga esos 24 años de espera. El grito no para, y las bocinas, sirenas, bombas, se descargan con todo.
Finalistas!!!
Hombres, viejos, mujeres, niños, perros, todos unidos en un grito. La cerveza pasa como el aire, los mas eufóricos son los de 24 para abajo ( no es para menos).
Al día siguiente, el humor nacional es inmejorable, con gente conversando en todos los ámbitos con sonrisas de oreja a oreja, haciendo chistes, mucha conversaciones entre mismos desconocidos, uno de los síntomas de una alegría tan esperada en épocas de tanta división política.
Todos, más allá de todo, antes que todo, son Argentinos.
Alemania otra vez  en la final la tercera vez en 28 años. Las repetidoras de analogías otra vez, ahora con las finales del 86 (3-2) y del 90 (0-1).
Venimos de perder dos mundiales al hilo con esta “Super Alemania” que llega con el goleador histórico de los Mundiales (Klose, 16) y Muller que se le acerca.
Lo de Alemania da miedo de verdad después de ese 7 a 1 en una Semifinal a Brasil. Las caras de los y las brasileras en los bares porteños era la imagen perfecta del lema “Trizteza nao tem fin”. Así estaban el martes, con el orgullo herido, ahogado en un océano de cerveza, ellas en estado de “liquidación total” tratando de encontrar consuelo en los brazos de algún oportunista.
Me acuerdo de la camiseta del “Brasil del 62”, si Garrincha viera esto, lo mas probable es que se sumara ese océano de cerveza, y brinde con las dolidas garotas.
Finalmente, creo que le llegó la hora de la revindicación histórica a los Subcampeones del 50, que fueron tratados como criminales y basura. Sobretodo el arquero Barbosa.

Messi no es un Maradona, pero su lugar en la historia grande lo tiene asegurado. Al igual que Mascherano, con esa temple guerrera, que salió a flote luego de la pelota que le alcanzó a Robben.
Ojalá le de para esta última batalla en el Maracaná.

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