Eduardo Peralta Acevedo.
-Veni pasa,
no seas timido. Mientras poco más, que de los pelos me hacia entrar.
-Pero, yo
estoy mirando las vidrieras. Le decía, indisimulablemente, que no podía parar
de mirar ese pedazo de minon, traido del Caribe.
- Pero, ya
se que queres, tu mirada de pillito, lo dice todo. La Dominicana, me hizo bajar
por una escalerita, que había en el fondo de la “Peluqueria” en aquella galería
de la peatonal Lavalle. Donde funcionaba
una Peluqueria, donde el peluquero, que solia recordar sus gloriosos tiempos
pasados, donde las mismas fotografías colgadas lo notificaban con bastantes
años menos, con una Susana Gimenez en su esplendor, para nada despreciable un
rico polvo.
El local,
tenía muchos gastos de mantenimiento. La inflación estaba comenzando hacer sus
estragos en la peatonal; Cines muertos, reciclados en el fenómeno popular del
momento, que eran las “ferias” saladitas, de ropa trucha. Alberto, había
decidido compartir el local, con algo que fuera rentable para ayudarlo a llegar
a fin de mes. Mirta, una experimentada masajista, se había puesto en el sotano.
Tenia empleadas nuevas, todos los meses, sobres todo inmigrantes , recién
llegadas.
Alberto, no
paraba de repetir un sengundo “ Que ambiente de mierda, inmigrantes de
cualquier color, me acuerdo cuando vine a la peatonal, que se usaba traje” No ocultaba su nostalgia, ante sus cuadros que
iban perdierdo color, por el paso del tiempo, como sus esplendor profesional,
donde tenía equipos de peluqueros, peinadores y maquilladoras.
-Como vas a
pretender sobrevivir, en un ambiente exclusivamente de pijoteros. Alberto con
cierto resentiento, envenado con la farandula.
La dominica,
hacia semanas que trabaja, y la verdad, no era muy buena con la tijera, pero la
parla que tenia, no importaba, querías estar ahí observadola.
-Si no me
equivoco, hace semanas que te corte el pelo, no? Desafiándome con la mirada.
-Si, me y me
habías dicho en la charla que hacias masajes, y vine a evaluarte. Con toda la
seguridad, y mirando que no hubiera nadie. Me metió en la camilla de cortinas, trabo la
puerta.
- Esperame,
que ya vengo mientras te sacas la ropita, voy por el gel.
No dude,
pero algo de desconfianza, no se porque sentía.
Con la
toalla puesta sentado a que volviera, bajando de la escalera, con su asistente,
que me rompió el esquema.
-Veo, que
estas listo. tirado en la precaria
camilla boca abajo, con la toallita, en el sobre la cola. Siento esas mágicas y suaves manos, de la
cuales me quiero quedar no a dormir, si no
a vivir. Una sensación de rejuvenecimiento mayúsculo. Cuatro manos para
mi solo. No había otra, que el “Final feliz”, no podía más.
-Bueno
¿seguimos? Pregunta solo de rutina.
-Más vale,
de esto es muy dificil bajarse, le digo en medio del extasis.
-Como´ te
llamas tu? Que hace un rato que estamos platicando, y no me has dicho tu nombre
churrito Porteño. Eso de Churrito Porteño, se lo deje decir hasta al más gordo
pedorro mugriento tachero. Mientras venga la tarasca, todos son churros
calientes con dulce de leche.
-Miguel,
y vos
caramelo caribeño? le dije para que se lo acordara, por el placentero
agradecimiento. Mirandome ruborizada, Ana.
-Lindo
nombre. Sigamos Anita
-Bueno
Miguelito. Mientras le daba el raje a la “asistente”. La media hora había pasado
volando. “Sigamos, un rato mas de verdad” mientras que la veo desnunarse como
si tuviera que tomar una rápida ducha. Me la agarro, al palo, dura como una
espada, y comenzó el ejercicio de la “succionadora”, limpiándola de todos los
males que aquejan la histérica vida Porteña. Un alivio, sin precedentes.
Tocaron la
puerta, y me bajaron del “cenit” de un golpe. “No jodan” respndio tajantemente.
-Dale que
tenes mas clientes, en espera Ana, metele que estas hace un buen rato
- Anda tu,
mi querida, que hoy te veo muy comoda. La Dominicana repondiendo, el no
molestar por un rato. Mientras llego, el turno del cabalgue; acelerado, su
acitado resortes, poco más que cabeceaban el techo del lugar, con “oh, oh, oh”.
Extasis cambiando de posición, sentados de frente, en cuatro abrazando su suave
espalda, sentía como me calvaba esas afiladas garras hasta arrancarme el
corazón. No podía salir de ahí, por nada del mundo.
Comenzaron a
golpear con más intensidad, la puerta. Terminamos un doble “Orgasmico”
monumental. Me cambie rápido, justo cuando veo chalecos “PFA” perros Ovajeros
Alemanes. Se puso de una, el solero y se recogió el pelo. Sin entender mucho,
me hice el boludo, pensando en que mierda deben andar metidos “estos”.
El
allanamiento, no se sabía que buscaban, ni que querían.
Aparecieron
cámaras de TV, periodistas, yo tratando de salir de esa turba en el medio,
apareció el “Zar Anti Trata”. En eso escuche a un gordo bigotudo, que decía al
de camisa blanca y pantalón cremita, no lo dejen salir, tiene que declarar, me
las tome para el otro lado. Corri como
nunca en mi vida, todavía no se como no me enfoco una cámara y escracho, como a
los pobres que estaban esperando, cuando recibía atenciones del de la
Dominicana. En la corrida como si fuera un puma, buscando el Try del
campeonato. Justo me tope con un “6” en Corrientes a Retiro, ni dude.
Había pasado
todo muy rápido, estaba en la punta del Aconcagua, en una explosión de
hedonismo jamás experimentada, y toda esa parafernalia. Habra sido una
venganza, de alguna subsecretaria, o entre bandas de inteligencia que se tocan
sus diversas jurisdicciones. Vaya uno a saber ¿Qué fue eso. Tenia ese pegoteo típico
después de coger. Tenia el sudor de Anita, ya una vez calmado, sentía que el
pino otra vez renacía, aunque esta vez no era el momento. Con las manos en los
bolsillos, tapando el muñeco, percibiendo ese perfume barato de Consitución.
Mi Depto,
con sus estaticas emociones de siempre. Me apreste abrir la vieja heladera,
sacando un poroncito bien helado de cerveza. Mientras la televisión prendía,
“C5N, Cronica y el 26” ahí mostrando un allanamiento por Narcotrafico y trata
de personas. Detenidos boca abajo en toallita. Mi impresión de lo que había
zafado, mi integridad, estaba a salvo.
Salio Ana,
llorando con todos los micrófonos encima. Desde ya, no faltaban sus lagrimas.
Alberto
encapuchado, “Madame” también. Anda saber, a quien no le habran pagado la
cometa.
Ana, era la
primera liberada de la Comisaria 1era. En la puerta apostados todos los
periodistas. Ella contenta de haber salido.
-Yo siempre
fui una victima, me maltrataban me tenían esclavizada. Contando todas las
atrociades que le propinaban sus “esclavistas”. El show de lagrimas que continuaba. La opinión publica
compadeciéndose, de la pobre.
Vino una
nueva etapa, en la que iba a todos los programas de tv, a contar su drama. Se
puso más linda y se mejoro el peinado. El pobre esposo Argentino, abandonado
con el corazón roto. Era una celebridad, estaba en la calle Corrientes en el
teatro de “Revista”, compartía cartel, con chicas que antes ni le daban un
“hola”, ahora se había convertido en una referente para las chicas.
Su nombre,
sonaba por rumores de romances con jugadores de Boca y la Selección.
Seguro su
“Cachet”, se habrá ido a las nubes después de toda esta explosión mediatica.
Podia “succionarlos” mejor y sin mucha resistencia al “No”.
Alberto,
volvió abrir su peluquería. No estaba resentido. “La hizo bien, si ella no
tenía la culpa, aprovecho bien. Me mando unos mangos en agradecimiento, por la
oportunidad de laburo que le di” obviamente, una miníma esperanza de que se
acordara de mi. Me corto el pelo gratis, para mostrarme su vigencia en la
tijera.
Las revistas
se hicieron eco del embarazo, con el actor del ultimo Martin Fierro de oro. La
verdad, que la morocha la había hecho muy bien.
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