Eduardo Peralta Acevedo - Relato.
El luminoso, con aire bien Español. El barcito de la
Peatonal Reconquista, se prestaba para
guardarse bien adentro, con un frio húmedo, típico de Julio. Epoca donde en la
noche, el rio pasa factura, a los que afuera quedaron.
Una morocha con una cara de turca , irrumpió, abriendo en
forma seca, la puerta de madera con una gran vidrio, donde se podía divisar la
escultural figura, donde la Federica, escondia sus intenciones. De larga cabellera negra bien rizada. Quebro
en un silencio, el bullido popular del tramposo Jueves, aunque a la vista no
veía ninguna mujer. Buscando en medio de tanto olor a huevo, hasta la misma
estética Española predominante quedo en
silencio. Al verla mover su escultural
cuerpo, con mini negra y campera de cuero del mismo color. Por el
pasillo, como un milagro caído del cielo, en medio de una eterna nube de rancio
tabaco y faso. Se ubico en la butaca de la barra, casi del medio. El tufo a tortilla Española, ya era parte de
la atmósfera del lugar.
-Chicos, no muerdo no se hagan problema, sigan como si no existiera. Incómodamente se
rieron, los comensales. A su vecino de
butaca, le pidió un cigarro al verlo fumar, sin un demasiado “suave” tono, en
el oído del cara de que había perdido las esperanzas. Le acerco indisimulablemente
del bolsillo de su chomba azul, el paquete de Philip Morris. Desde ya que el
bendecido, no perdió el tiempo. -¿Cuál es tu nombre? , a lo que la Federica, pensó medio segundo mirándolo,
haciéndose la misteriosa.
-“Cecilia” y vos?, haciéndose la misteriosa.
- Yo Norberto. Pero lo dicen Bambi, replicaron desde atrás,
en cataratas de carcajadas.
- Déjalos, son unos boludos que están empedo.
-No te hagas problema, estoy acostumbrada a los que quieren
que se rian mientras hablan conmigo.
La Federica agarro la carta algo indecisa, mirando. Se
frotaba la mano por el cuelo en señal del irrespirable calor que ahí dentro
hacia.
-Quiero algo fuerte, para sacarme el frio del cuerpo. Creo
que voy con un tequila.
- Vale, te acompaño y yo invito la primera rueda.
- Desde ya, que no te voy a decir que no.
- José, dos tequilas por aca.
El misionero acerco una bandeja redonda, con dos vasitos de
tequila, dos gajos de limón, y sal.
En un sorbo, la Federica pareció dejar en el camino al bambi,
mostrando la experiencia de un oficinista, que pide la “hora”.
-¿aguantas otro? Este lo invito yo. Muy desafiantes la
Federica, mirándolo fijamente, como si fijate si tenes premio, “si me
acompañas a la punta del Himalaya”
Bamby, con cara de pedir la hora, como si tuviera corriendo
hacia el ultimo Corner.
-Bueno dale. Resignado el Bamby, agarro a media maquina por
la kitad lo dejo cuando la Federica, ya lo estaba tomando del vaso las ultimas
gotitas. El Bamby, no aguanto y se fue al baño, desmarcando a ese cacho de bombon, que iba sola hacia la
goleada. Pobre Bamb, ¿Quién se iba a olvidar de eso?.
Eduardo, que estaba parado, hacia rato miraba como pidiendo
jugar. Entro sin pensarlo y tomo ese trago de una. La miro y le respiro un
solplo de humo en los ojos. Actitud que ala Federica, le pareció muy soberbia.
-
Decime pedazo de pelotudo, ¿a Quién le ganastes?
Venís así vestido de cawboy, todo de
jeans te tomas eso y me soplas el humo en la cara.
-
No es para tanto Mamita, me llamo Luciano.
-
A mi que mierda me importa cómo te llamas
paracaidista, le replico su furia la Federica, mientras todos en silencio,
contemplaban la escena.
-
Perdona, para ver que estoy mal arrepentido,
José, dale otro tequilazo.
-
¿me queres poner empedo para cojerme, boludo?
-
No, si queres pedite algo acorde con vos, esa estampa de
rompe corazones que traes consigo misma.
-
A ver, voy a pedir unos tequila y una cerveza para bajar.
-
Dale te acompaño con el tequila, a ver ¿Quién
aguanta más?
-
No jodas, recién llego.
-
Arrugas? Mira que no te discrimino por ser
mujer, es mas habías despertado mi admiración. Escarbando Luciano, la desafio a
la Federica.
El orgullo Arabe, de la Federica pudo más y
cedió antes las insistencias del Cowboy de turno.
-Dale te tomo el desafio. De un sorbo,
liquido ese vaso, y le dio ala cerveza.
Luciano, le dio de una y asi, contuinuaron
coversando, mientras los tragos, los ciagarros pasaban, como los borrachos
caidos. Luciano, si no fuera porque le daba tanto al chupi, podría decirlsae
que tenia estampa de actor. Era alto y de un castaño claro, con esos rulos
ochentosos en la nuca.
-Vamos cerrando, que en un rato me tengo
que ir. Jose, fue levantando todo, hasta los borrachos de las sillas, para
llevarlos afuera. Luciano, abrió la
puerta cedieonle paso, ala Federica. Caminaron por Reconquista y tomaron otra
Cerveza en el barcito de Reconquista y
Cordoba. Bajando sobre las luminarias de menor alcance se metieron en un
oscuro palier de oficinas, contra la columna, comenzó por comerle la boca,
Luciano avanzando inescrupulosamente por el cuello, arrancándole, en un
arrebato de locura la remera, con la calentura de la Federica, quien sin
especular demasiado, se monto como la yegua del hipódromo de Palermo. De un
saque, la bombacha en la mano de Luciano, Estaba totalmente arrancada.
Impulsivamente, la bragueta, con las uñas le bajo y le saco un palo de escoba,
que hizo que se prendieran las pocas ventanitas, al oir, los gritos de huanaca
que la Federica, indisimulablemente pegaba.
-Alto, quédense ahí, están detenidos, por
exhibicionismo en la “vía publica”
Derrepente, la Federica, se enfrío. Sintio
vergüenza y lloro.
-No quería, hacerlo. Que vergüenza que me
agarren, con este forro.
- ¿ aquien le decis forro?, si no fuera
porque se lo contastes a toda la capital fedral, todavía estaríamos garchando.
Ni para Gritar Servis, frígida. Le respondió Luciano.
Acompañenme. El oficial, agarro de un brazo
ala Federica, mientras que a Luciano,
era escoltado por el otro.
No hubo necesidad de patrullero, ya que
estaban a pocas cuadras de la comisaria 1era, en Lavalle al 400.
Al entrar, un mar de carcajadas, sin parar,
señalándola ala Federica.
-Es el colmo Querida. Es la segunda vez en
el mes, que tenes que investigar el Narcotrafico en Retiro, y te vas poner
empedo a los Barcitos de Reconquista. Encima me traes, un Perejil, que no
sirve, ni para mear.
El Sargento Ferreyra, totalmente indignado,
no podía creer, que la había mandado como encuerbierta y volviera detenida, por
tener sexo en la vía publica.
-¿sos cana? Le pregunto sorprendido
Luciano.
-No, si voy a ser heladera nocturna,
pelotudo. Más vale, que si, si no, quien se te puede regalar con ese olor a
muerto.
- Bien que gritastes como un puta.
A los ojos del Subcomisario Alejandro, que
no le sorprendia nada.
-Mandamela a esta a mi despacho. y al otro
pedile el teléfono, que me puede llegar a servir en un futuro.
Eugenia, resignada, sabiendo que su carrera
dependía de “eso”, entro sin más que hacerle. Preparando, un bucal, bajo el
escritorio, asi se pagan en esta Ciudad, los favores y las cagadas.
Luciano, Hacia Alem bajo, busacando los
tugurios del puerto, hacia una birra de madrugada para comenzar el dia con la
“idea fija”
-
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