Montevideo






Sus caminantes y cortas calles
grises, tapadas en un innumerable
abrazo, de hojas de sus pelados
arboles urbanos.

Frente al rio, un iluminado
saludo recibo. Avenidas y
calles, como en familia se
comunican.

Paredes y mesas, impregnados de
nostalgias de un glorioso ayer,
del cual, el caudillo Obdulio, 
reaparece hasta para levantar esa

silla, que del bar de la 18
de Julio, al suelo cayo, en un
euforico grito celeste.

Es primeavera y hasta en los
barcitos, unas flores 
los "vo" regalan.
Lejos de Enero, cuando

nadie se queda y pocos
largamente la caminan.
Siempre me recibis, y un
par de rondas alegremente
invitas.

Ilusos, te llaman aburrida.
Dejad, gentes de sonrisas,
como un horrible culo. Ni cinco minutos
se toman, para entenderte.

Un inmenso grito en uno 
se escucha, como siempre
el centenario, testigo infaltable
de agonicos ultimos gargantazos

que salvan lo ultimo de la rutina 
del Domingo. Siempre estoy
volviendo aunque me vaya.

(Miguel Cruz)



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