Eduardo Peralta Acevedo - Aguafuerte Porteña
La larga
fila, como si tocaran por ultima vez Los Rolling Stones en Buenos Aires, o hubieran Boca – River, todos los días. Ala oxidada velocidad de un descanso
prolongado, las ventanillas del Correo
Argentino (Correo del Estado); que son cuatro, nunca están simultáneamente
todos, apenas la mitad y de mala gana te atienden, como si les hubieras
molestado en algo muy importante, como la concentración en mandar un prolongado
mensaje de texto. Uno con la mejor se acerca
ala ventanilla disponible, después de un muy largo rato de espera, con el mejor
modo uno va, con su “buenas tardes”, la burócrata, quizás en una charla con la
de la ventanilla de al lado, te mira, que le interrumpen algo muy importante. Te reciben, en vez de un
“buenas tardes” “¿Qué queres”, “necesito mandar una carta, mediante un sistema
de seguimiento, el mas económico” – “son 69 pesos”- “si el de adelante, pago
29” – “ simple seguimiento”, le dice nuestra victima del sistema “ no tengo”,
como si fuera la dueña del correo o si ella imprimiera las cartas.
Consulta con
otro que tiene casi igual de ganas de irse. Este responde “si hay, el sistema
que el te dice” – “29 pesos” te lo dice con una cara como si hubiera perdido
una fortuna, en una simple mano de truco. Le Pega un sellado, con una saña, ahí
de traspasar el recibo.
Aspira simultáneamente un (seguramente) tibio
mate, como su motor de motivación. Nuestra victima de la burocracia, no tiene
mejor idea que decirle “pero anteayer salía 25”, que su helada cara de “me
estas jodiendo”, le responde con un “tiempo pasado, aca el tiempo vuela, como
los precios”- nuestra victima, toma su recibo con ganas de irse y con la
resignación de que por ahí, llegara antes el Próximo presidente ala rosada, que
su carta a destino.
Una foto
portarretratos (típico de burócratas chupamedias) de la Emperadora, con la
banda saludando, decora una pared que da hacia oficinas de oficinas, mas cuevas y cavernas. Nuestra victima, hacia
la puerta que la lo libere de las oxidadas jaulas burocráticas. Respira
aliviado, sin tener del todo claro, el destino seguro de su carta.
Con lo que
sobra de plata, por la carta, se dirige alas librerías de Corrientes; donde
llega justo en medio de la “reemarcación” de precios. Con decepción, el ejemplar
que le interesa, lo alcanzo la segunda reemarcación del mes. No da tregua, la
velocidad de los precios es imparable. Hace rato, que le saco miles de
kilómetros, ala de los sueldos, que están mas “estáticos” que la empleada del
correo. Resignado, ante próximo
remarque, agarra el ejemplar, con menos en el bolsillo, para su café. Mientras
saca los “cobres” del “linchado” bolsillo, para pagar.
Los parlantes y el infinito anuncio de Cadena,
lo decora en el desinteres. Como la música que suena regularmente por ahí. Cruza la 9 de Julio, por debajo de la
avenida, Mirando las eternas fotos y cosas de los comercios del sótano de la 9
de Julio. Con unas viejas TV prendidas en el “Show gubernamental”. Una barra
veterana de amigos, mira con resignación; “sabes una cosa Hugo, hoy les
pusieron siete Bondis a estos iluminados de la Campora”. Vociferando al amigo que esta en la otra punta, para que
la “Sotano-galeria”, escuche su cólera, de unas cuantas copas individuales del
vino, de “El rey del chory”. La Noche,
en Lavalle, se apaga, cada vez mas temprana. Hacia un “liso”, para terminar de
la forma mas elegante, los últimos “Cobres” disponibles de este “linchado”
bolsillo, antes de que el precio, vuelva a “remarcar”.
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